Una mujer es una mujer
Une femme est une femme
1961
Director Jean-Luc Godard
Guión Jean-Luc Godard
Música Michel Legrand
Fotografía Raoul Coutard
Duración 85 min.
Reparto
Anna Karina, Jean Paul Belmondo, Jean-Claude Brialy
Una stripper quiere tener un bebé. Sin embargo, no consigue convencer a su novio, razón por la cual decide entonces pedir ayuda a su mejor amigo...
Una mujer es una mujer, eso es cierto, pero hay mujeres y mujeres. El director y también guionista Jean-Luc Godard, pretende mostrarnos que cuando una mujer se propone algo, lo consigue, y además hace creer al hombre que ha sido él el que ha tomado la decisión. Para ello, la mujer utiliza todo aquello que se asocia con la feminidad o mejor dicho a las armas de mujer: coquetería, celos, enfados, lágrimas, pucheros, caprichos, enredos… que sus dos pretendientes sufren día a día y que da lugar a situaciones y diálogos un poco surrealistas, y por ello, originales e ingeniosos.

No me gusta demasiado cómo se refleja a la mujer en la película. Esta mujer, no sólo es caprichosa sino que parece una persona superflua y sin demasiadas luces, que quiere llevar a la realidad un capricho, aquí y ahora. Pero no un capricho cualquiera, no, sino el de la maternidad, para el que no parece tener madurez suficiente. Según Jean-Luc Godard, este parece ser el único objetivo de esta mujer. Sólo uno. Con esto quiero decir que aunque son los años 60, al tratarse de la Nouvelle Vague, más moderna y libre, es chocante que el único fin de la mujer sea el que había sido hasta entonces.


Todo gira en torno a Ángela, interpretada por la entonces debutante actriz, y pareja del director, Anna Karina. Todo en ella resulta atractivo. Es una mujer sensual y muy atractiva que gracias al colorido vestuario que utiliza, a juego con sus ojos y sus labios, nos sentimos incapaces de apartar los ojos de ella. Viste básicamente dos colores muy vivos: el rojo y el azul. Estos colores destacan sobre todo en el apartamento de paredes blancas o entre la gente en las calles de un frío y grisáceo París. Su debut fue todo un éxito. En el Festival de Berlín recibió el premio a la mejor actriz 'por reunir cualidades inusuales en una debutante'.
El trío protagonista, es decir el menage a trois, lo completan el novio, Jean-Claude Brialy y el aspirante a serlo, un jovencísimo Jean Paul Belmondo. Cada uno, junto con Anna Karina, logran dar vida a secuencias que son realmente memorables (y otras ridículas) como puede ser el juego de los libros y la lámpara, que me ha gustado especialmente.
La música está muy presente en todo el metraje. Acompaña las conversaciones de los personajes, sobre todo al principio, de forma que parezca que canten más que hablen. Otros momentos presentan una ausencia total de música mientras que otras veces, la música o los sonidos intentan intensificar algún gesto del que está hablando. Una preciosa canción de Charles Aznavour, "Tu t'laisses aller", sustituye a todo un diálogo entre Anna Karina y Belmondo, dando lugar a unos planos llenos de gestos y miradas en los que no hacen falta las palabras.
Se encuentran guiños al cine francés cuando se mencionan Al final de la escapada (1960) del propio Jean-Luc Godard o la pequeña conversación, por así decirlo, entre el personaje de Belmondo y la actriz Jeanne Moreau, en un café, acerca del rodaje de Jules y Jim (1961) de Truffaut.
Señor Godard, como usted, no sé si esto es una comedia o una tragedia, pero desde luego no es una obra maestra como usted se atreve a afirmar con descaro. Es algo diferente, nuevo, descarado y atrevido, eso sí. Es lo que se conoce como la Nouvelle Vague.
Premio especial del Jurado del Festival de Berlín a Una mujer es una mujer, por su originalidad, juventud, atrevimiento e impertinencia.